¿Alguna vez habéis sufrido a ese nuevo empleado que pasa el día quejándose, chateando en Facebook, acosando sexualmente al sector femenino y poniendo a parir al jefe? Uno se pregunta cómo semejante perla ha podido sortear los filtros de Recursos Humanos, pero lo cierto es que suele haber muchas razones: prisas por contratar, curriculums incompletos, recruiters tontos, candidatos enchufados o actores tan buenos que por sus dotes interpretativas podrían ser aspirantes al Óscar (no solo al puesto de trabajo en cuestión).
Pero lo cierto es que a la larga se les acaba viendo el plumero y los compañeros son los primeros en sufrirlos. En mayor o menor medida, una mala contratación siempre supone un enorme daño para cualquier empresa. Entre otras cosas puede destrozar la moral del equipo y provocar pérdida de clientes. Por otro lado, entrenar a un empleado cuesta tiempo y dinero, por lo que contratar a la persona equivocada siempre es un problema.
Una vez el elemento discordante y plañidero está a bordo, lo importante es identificarlo, aislarlo y expulsarlo a tiempo. ¿Crees que has contratado a la persona incorrecta? ¿Hay un cenizo en tus filas? La mayoría de los expertos en selección de personal coinciden en que estos sujetos suelen presentar simultáneamente varias actitudes que deberían ponernos sobreaviso:
1) El quejica
En esta empresa todo está mal: el ordenador no es lo suficientemente rápido; el sillón es muy incómodo; el café no hay quien se lo beba… Por supuesto, en las reuniones sólo ofrece quejas y críticas destructivas. Usted ha contratado a una plañidera. El problema es que son así de serie y además desmoralizan como un día sin sol.
2) «En mi antiguo trabajo…»
Ésta es una extensión del comportamiento anterior: «En mi antiguo trabajo todo era mucho mejor». Las comparaciones nunca cesan y el individuo vive en un desalentador estado de nostalgia. El café sabía mejor, los ordenadores eran más rápidos y los respaldos eran autorregulables… Blablabla.
3) El insoportable
Otras veces las quejas provienen de sus compañeros: trabajar con él les parece inaguantable. Malos modales, higiene deficiente, pereza extrema o negatividad empedernida. En otras palabras: no lo aguanta ni su madre. Hay pocos indicadores tan claros como éste.
4) El enfermo imaginario
Dejando al margen el beneficio de la duda y la plausible posibilidad de una salud extremadamente delicada, es un indicio a tener en cuenta el hecho de que pase demasiado tiempo enfermo: bajas a diestra y siniestra. Días libres porque el sujeto ha amanecido con unas decimillas. Casualmente justo un lunes o un viernes. O a la vuelta de unas vacaciones. Ese tipo de coincidencias sospechosas deberían ponernos en guardia si se suceden con demasiada frecuencia.
5) «Eso no forma parte de mi trabajo»
Solo hay algo peor que un quejica, y es un quejica sindicalista/legalista. En un ámbito de tanta competitividad como son las empresas, a veces es necesario arrimar el hombro y hacer cosas que a priori no están definidas en el contrato, pero que son vitales para sortear el temporal mientras la empresa crece. Un empleado que no está dispuesto a adaptarse y colaborar seguramente no sea el más adecuado para un equipo de trabajo.
6) El «Community Manager»
No es difícil cazarlos in fraganti: cada vez que te asomas a su monitor los ves comprobando su timeline en Twitter. Para colmo, algunos (los quejicas) lo utilizan para compartir con sus círculos sus cuitas laborales y el muro de Facebook se les acaba pareciendo al de las lamentaciones. ¿Habla mal de sus antiguos compañeros? ¿Se jacta de su holgazanería? ¿Pasa demasiado tiempo actualizando su perfil de LinkedIn? ¿Y qué hay de Whatsapp? ¿Permanece «en línea» durante demasiado tiempo? Seguramente este individuo esté falto de motivación… o de tareas.
7) El narcisista
Este individuo está demasiado ocupado de sí mismo como para prestar atención a sus compañeros. No trabaja en equipo. No se presenta voluntario. Se estresa con facilidad. Al principio suele caer bien, pero acaba siendo desenmascarado por su tendencia a la manipulación, su habilidad para desprenderse de las responsabilidades y por negarse a aprender de sus errores. Según Robert Hagan, presidente de una compañía de valoración de la personalidad en Oklahoma:
“El problema es que un narcisista tendrá un buen desempeño en la entrevista. Pueden llevarse bien con quien sea. Pero en realidad todo se trata de ellos mismos”.
Es fácil identificarlos por su lenguaje corporal arrogante y por su discurso egocentrista. No tienen reparos en menospreciar públicamente a sus compañeros.
8) Perozoso o inútil
Como se dice a menudo en la Andalucía profunda, «nadie nace sabío«. Todo el mundo requiere de un aprendizaje y de un tiempo de adaptación. Después de eso, se espera que su rendimiento aumente y que comience a ser productivo. Puede que sea por pereza o puede que esté dándolo todo. Pero si no es rentable para le empresa, deberemos prescindir de este trabajador, especialmente cuando supone un lastre para el resto del equipo.
¿Y vosotros? ¿Pensáis que estas pistas son suficientes para asegurar que hemos contratado a la persona equivocada? ¿Qué otras formas se os ocurren para desenmascarar a un empleado disonante? ¿Qué experiencias habéis tenido gestionando este tipo de situaciones?
Aunque no te falta razon en algunos casos muchas veces la mala conducta de los compañeros es culpa del jefe… Creo que muchas de esas categorias se pueden aplicar tambien a los que estan por encima…
Por supuesto, mucho peor que un mal compañero es un mal jefe o team leader. Los daños colaterales son mucho más devastadores y suele ser más difícil de erradicar.
El problema no siempre está en el empleado, sino en el ambiente de trabajo. Y por cierto, en cuanto a las redes sociales en el trabajo, el que esté libre de pecado… que le dé al primer «me gusta».
Usar las redes sociales en algún momento puntual puede ser hasta sano. Según una encuesta de Laborum.net, el 45% de los empleados las usa, desde el respeto. El problema es cuando se combina con otras actitudes como las del quejica o el narcisista.
La ventaja del jefe es que a él no se le puede despedir. Así que si el problema de la empresa es él mismo, hazte emprendedor y trabaja para ti!
Felicidades por el artículo!!!
Hay una anecdota imaginaria donde se pregunta ¿Quién Puso a Ese Animal Ahí?. Refiriendose a una tortuga en el Poste.
Los problemas de una empresa entran por el departamento de Recursos Humanos.
La historia deviene del cuento corto «La Tortuga en el Poste» Enseguida el link: http://www.youtube.com/watch?v=kP2Bh32thM4