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¿Un Linux para todos? El precio de la libertad

Hace unos años publicamos un artículo titulado «¿cuál es la mejor distribución de Linux para diseño gráfico y multimedia?«. Corría el año 2013 y por aquel entonces Arch Linux cobró fuerza como una distribución muy potente; permitía personalizar el sistema operativo a muy bajo nivel. En este sentido, era la distribución que mejor partido sacaba a los recursos de la máquina, tan necesarios en producción multimedia y 3D.

Eso sí, había que tener lo que hay que tener: paciencia y tecnofilia.

El problema de Arch Linux es que su instalación y mantenimiento puede ser un auténtico infierno. Algunos lectores nos escribieron enfadados porque se pasaban más tiempo manteniendo la máquina que usándola.

Y tienen toda la razón. Yo mismo acabé abandonando Arch Linux para refugiarme en las maternales faldas de Lubuntu.

Valga este artículo, pues, como un muy necesario «disclaimer» para los que lo quieren todo a cambio de nada.

El precio de la libertad

Cuando hablamos de sistemas operativos, existe una ley de usabilidad que podemos enunciar así:

Cuanto mayor control tenemos sobre un sistema, tanto menos usable será. Y al revés: cuanto mejor sea la experiencia de usuario, menor será el control que el usuario tendrá sobre el sistema.

Un Linuxero con los pies en la Tierra (2020)

Un buen ejemplo de esto es MacOS. Un sistema muy cerrado, pero user-friendly y robusto. La interacción software-hardware está armoniosamente optimizada desde la concepción hasta la producción. Son sistemas que literalmente puede utilizar una abuelita.

Potentes, facilones, bonitos… y caros.

Pero el precio a pagar no sólo se mide en euros, sino también en flexibilidad:

Cuando fabricas para todos, sacrificas al individuo.

Un sistema basado en Linux es la antítesis de todo eso. Es gratis… y visceral: las tripas del sistema están mucho más a la vista y es necesario «arremangarse» para hacer las optimizaciones necesarias. Si eres diseñador gráfico y quieres exprimir una máquina Linux, el cielo será tu límite…

Pero tendrás que sufrir y ensuciarte; tendrás que hacer muchos «sudo» y toquetear ficheros de configuración. Tendrás que participar en foros y reportar bugs. Probablemente te quitarás algunas horas de sueño tratando de hacer funcionar una Wacom cuyos drivers han sido diseñados para MacOS o Windows.

También te enfrentarás a interfaces de usuario muuuucho más feas: tras su diseño no habrá un visionario de la User eXperience como Steve Jobs ni los diseñadores mejor pagados de Silicon Valley, sino una tribu de desarrolladores entusiastas que tal vez nunca verán un céntimo por sus aportaciones al open source.

Es cierto que Ubuntu ha hecho mucho en los últimos años por acercar Linux a los «seres humanos», pero en mi opinión de 2020, éste sigue siendo un lobo con piel de cordero.

Si no disfrutas de la tecnología, si «no te llevas bien con la informática», el consejo más honesto que te puedo dar es que te mantengas alejado de Linux. Y en especial de aquellas distribuciones más crudas. A largo plazo los dolores de cabeza no compensarán el ahorro de unos cuantos cientos de euros.

La libertad de Linux no es para todos…

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