Pensamos y tenemos interiorizado, que las comunicaciones están para acortar las distancias. Para poder hablar de una punta a otra del planeta. Para reducir el espacio físico, y sentirnos cerca de los demás. La distancia no sea un obstáculo. Satélites, fibras submarinas que cruzan océanos, sondas en Marte…
Pero yo creo que la siguiente revolución tecnológica en las comunicaciones está en el corto alcance. En los centímetros.
La respuesta a esta nueva necesidad de comunicación la solventan los sistemas RFID (Radio Frequency IDentification). RFID permite que un objeto con una etiqueta o transpondedor transmita su identidad a un lector o receptor.
RFID está implantada en multitud de sistemas: la tarjeta del metro, la biblioteca de tu barrio, el chip de perro, el detector de robo de tu chaqueta, en cajas de medicinas, el sensor del peaje,…
Es una tecnología que ha revolucionado el campo de la logística, con las proyecciones actuales, para el año 2015 un tag RFID pasivo (sin batería propia) costará alrededor de un céntimo de euro. Por lo que RFID jubilará el código de barras en pro de una etiqueta que permitirá la lectura a una distancia corta. Simplemente con pasar el carro de la compra por el arco lector, tendremos nuestra factura con toda la compra. Podremos pagar con nuestra tarjeta de crédito, sin necesidad de sacarla del bolsillo. Es sólo un ejemplo del devenir en este campo.
Pero, ¿hasta donde puede llegar? La inclusión de etiquetas de corto alcance en nuestro entorno hace que, aunque no nos pongan el chip, estemos controlados de facto. Si la tecnología avanza como para incluir un lector rfid en el móvil. Éste lector podría saber que comemos leyendo las etiquetas de los envases, que ropa nos ponemos leyendo los chips de seguridad, que visitamos leyendo el emisor del contador de la luz en cada edificio, donde nos gusta salir,…
Estamos ante una tecnología invisible, que casi posiblemente ni detectemos, pero que posiblemente acabe atacando nuestra privacidad. Una revolución silenciosa que poco a poco entra en nuestras vidas.
Tenemos que exigir leyes para que se nos informe de cuando se está usando RFID, tenemos que exigir una tecnología que se desactive una vez que se ha cumplido el objetivo de la misma, tenemos que adelantarnos a los acontecimientos y posibilitar el desarrollo sin mermar nuestra privacidad.